Todos tenemos vecinos, y si no los tienes no tienes que sentirte mal, quizás hasta se podría decir que eres afortunado. En mi caso tengo vecinos de toda clase, pero ahora voy a hablar en particular de los que llamo: vecinos gritones.
Desde que tengo memoria recuerdo unas voces, además de las de mis padres, la de un señor y una señora que vivían cerca a nosotros. No puedo estar seguro de que porcentaje del tiempo que estaban en casa se la pasaban gritando, pues yo pasaba varias horas en el colegio y durante ese lapso de tiempo ellos quizás estaban en silencio. Pero casi todos los días se escuchaban algunos gritos lejanos, no siempre entendibles, pero algunas veces se podían llegar a distinguir alguna que otra palabra en español. Ellos dos parecían que desde que llegaron al mundo de bebés gritando nunca hubieran podido parar de hacerlo. Tengo curiosidad de saber cómo se habrán conocido, o cómo se habrán vuelto novios. En cualquier caso es evidente que esa relación estaba en cuenta regresiva para su fin. Supongo que ellos también se dieron cuenta de que algo andaba mal, por lo que decidieron hacer cambios en sus vidas. Un día los gritos se detuvieron. Todo parecía indicar que esos sonidos de guerra habían terminado, ya que los 2 gritos dejaron de oírse, y comenzamos a escuchar 3, y después de eso fueron 4. Tuvieron 2 hijos, o sea... tuvieron la idea de que tener a 2 seres vivos que literalmente por naturaleza se comunican por gritos podría mejorar sus vidas. ¿EN SERIO? ¿EN QUÉ ESTABAN PENSANDO? ¿QUÉ LES HIZO CREER QUE ESO ERA UNA BUENA IDEA?
Ahora teníamos a 4 humanos gritando cerca a nuestra casa. Me alegro que haya suficiente espacio entre ellos y nosotros, porque sino sus gritos de verdad serían molestos. A la distancia a la que estamos ellos suenan casi como un sonido de fondo, pero igual es lo suficientemente notorio como para hacerte pensar en qué cuidados tener a la hora de decidir con quién pasarás el resto de tus días.
Los niños crecieron y aprendieron a hablar, y por supuesto, cada tanto gritaban como sus padres. Varias veces podíamos escuchar a la hermana quejándose de algo y al hermano que lo castigaban (supongo que por sus calificaciones en la escuela).
Ahora estamos en el 2021, y durante todo el tiempo de cuarentena ellos estuvieron obligados a encerrarse juntos. Hasta el 2019, el trabajo de los padres y la escuela o universidad de los hijos era lo que los mantenía separados y disminuía la taza de gritos. Contra todo pronóstico el 2020 no gritaron tanto como uno esperaría. Creo que se podría decir que gritaron igual o menos que de costumbre, al menos durante algunos meses del 2020, luego empezó a aumentar la frecuencia con la que se gritaban.
Pero a pesar de todos estos años de conocer sus voces jamás los llegué a ver en persona. Nunca los vi a ninguno de ellos, excepto al padre, a ese señor lo vi una ves cuando pasó por la ventana de su casa, llevaba puesto un bividí y unos shorts verdes, parecía que estaba arreglando un escritorio o algo así. Algo milagroso pasó durante la cuarentena, pude ver a la señora y al hijo. Este último iba vestido como su padre y de apariencia física era igual, solo que él era flaco y su papá era más relleno. Pero la madre fue lo que más me sorprendió, los gritos más notorios en todos estos años fueron siempre los de ella, nadie podía superar esos aullidos que emanaban de su boca. Yo esperaba ver a una gárgola con cuernos y colmillos sobresaliendo de su cara, así que ya se imaginarán mi decepción cuando vi que solo era una humana como su esposo.
Pero, ¿saben qué es lo más sorprendente que esta cuarentena me reveló sobre ellos? El trabajo de la esposa. Jamás hubiera adivinado a que se dedicaba cuando no estaba gritando. Resulta que la esposa es psicóloga. ¿Pueden creerlo? Durante el 2020 ella estuvo atendiendo a gente por Zoom. Desde mi casa se escuchó cómo ella decía por su micrófono: "a los niños se les debe hablar con paciencia, sin gritarles". Ella dijo "SIN GRITARLES". La mujer que lleva gritando desde antes de que sus hijos nacieran aconseja a personas en busca de ayuda psicológica que no deben gritar. ¿En serio? Su esposo en otra ocasión le dijo a su hija: "eres muy emotiva, debes ser más racional". Esas son la palabras que un padre le dice a su hija, cuando es él quién necesita ese consejo.
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